8 Reglas para un comportamiento asertivo

8 Reglas para un comportamiento asertivo

La asertividad es fundamental para tener relaciones sanas con los demás.


En los tiempos que vivimos, donde las convivencias son mayores que habitualmente, se hace especialmente importante la comunicación asertiva.
Pero, ¿Qué es la asertividad?


Es una habilidad social que consiste en conocer y defender nuestros derechos, respetando a los demás.


Por supuesto también parte del conocimiento de los derechos de los demás.
Te presentamos 8 reglas para ayudarte a tener un comportamiento más asertivo, de modo que generes menos conflictos en tus relaciones personales y sociales.

1 – Expresa tus deseos o sentimientos con claridad.

Tanto los deseos positivos, como los negativos.
Muchas veces asumimos que el otro sabe perfectamente lo que queremos decir, y nos frustramos cuando no nos entiende.
También a veces, elegimos un lenguaje que resulta difícil de entender para la otra persona.
Por tanto, si queremos que no se generen malos entendidos, es preciso adaptar nuestro lenguaje a la persona con la que queremos comunicarnos y decir con claridad lo que queremos.

 

2 – Repite tu deseo tantas veces como sea preciso.

De ese modo te aseguras de que has sido entendido.
Puedes repetirlo incluso de maneras diferentes, hasta que hayas validado que tu deseo ha quedado claro.
Muchas veces, al comunicarnos, estamos más pendientes de lo que queremos decir que de lo que nos están diciendo. Eso hace que se pierda el mensaje.
La ‘escucha activa’ o escuchar con todos los sentidos, es fundamental para validar que nos hemos hecho entender.

 

3 – No mientas

La mentira tiene la propiedad de abrir una herida difícil de cerrar.
Aunque sean ‘mentiras piadosas’, o mentiras con la intención de no herir al otro, no dejan de ser mentiras.
Y la consecuencia es que se abre una brecha de desconfianza e inseguridad que requerirá de esfuerzo para superarla.
Claro que hay que cuidar las palabras con las que se expresan.
No es lo mismo ‘Lanzar’ tu verdad a la cara del otro, como arma arrojadiza, que envolverla y presentarla de un modo más suave.
La verdad es la misma, pero otra forma de expresarla será mejor recibida.

 

 

4 – No discutas

Evita dejarte arrastrar por la emoción y no discutas.
Aunque lo que digas sea una gran verdad, aunque lleves razón en tu planteamiento, la discusión pondrá a tu interlocutor a la defensiva considerando un ataque todo lo que recibe.
Las palabras rudas, los gestos de ira o agresividad, bloquean la comunicación y se convierte en una lucha por ver ‘quien es capaz de hablar más alto’, imposibilitando del todo la sana conversación.
Si vas a tener una conversación que para ti es delicada y temes que la emoción te ‘secuestre’, haz un ejercicio de mindfulness que te ayudará a salir de la mente y hablar desde el corazón.
Antes de iniciar la conversación, tómate cinco minutos para no hacer nada, simplemente respirar. La respiración es la mejor herramienta que tenemos para conectar con el corazón.
Así nos aseguramos que estaremos en modo acción y no en modo ‘reactivo’.

 

5 – Acepta las críticas

Las críticas suelen ser difíciles de aceptar, porque a nadie le gusta reconocer que está equivocado.
Conecta directamente con el ‘modo reactivo’
En primer lugar, hay que aprender a hacer críticas del mismo modo que nos gustaría q recibirlas.
Una crítica conecta directamente con el ego, y hace que se activen nuestros filtros personales provocando una reacción que a veces puede ser de irascibilidad.
Se hace necesario un acto de desidentificación del ego, para evitar que la crítica nos lleve al modo reactivo.
¿Cómo hacerlo? Comprendiendo que tú no eres tus pensamientos, ni tus emociones. Eres el ‘Observador’ de todo cuanto ocurre en tu vida.
Puedes posicionarte fuera del conflicto y observarlo como si fueras un mero espectador de ’La película de tu vida’

 

6 – Comprende la postura del otro.

Practica la empatía
La empatía es la identificación mental y afectiva con el estado de ánimo del otro.
La frase conocida: ‘Meterte en los zapatos del otro’, ayudaría a describir esta habilidad.
Todas las personas se mueven por los mismos impulsos y emociones por las que te mueves tú. Tienen las mismas preocupaciones y las mismas inquietudes. Y la mayoría pasan por las mismas situaciones en un momento u otro de su vida.
Por tanto, puedes hacer un ejercicio de comprensión, entendiendo que el modo de actuar de cada uno puede estar sujeto a diferentes variables como: el estado de ánimo de ese día, experiencias de su pasado, su estado de salud, o su estado emocional entre otras.

 

7 – Pide y da información

Si hay algo que no comprendes, no presupongas y lo dejes pasar.
Muchas veces, por no preguntar qué ha querido decir el otro, caemos en el error de ‘interpretar’ subjetivamente y la comunicación se hace imposible.
Es como si de repente, cada uno hablara un idioma diferente.
Si no entiendes algo, pregunta hasta validar que has comprendido lo que el otro quiere decir.
Y si te piden información, da la necesaria para que la comunicación sea madura.
De ese modo, cada una de las situaciones conflictivas, pueden quedar ‘zanjadas’ en ese momento y avanzar sin temas pendientes ni malos entendidos que condicionen las relaciones futuras.

 

8 – Haz confidencias personales

El mejor modo de crear un clima de confianza, para una comunicación madura, es hablar de uno mismo y desde el corazón.
Hacer confidencias favorece la confianza y permite que la otra persona haga confidencias también.
Ademas sirve para comprobar que lo que nos ocurre a nosotros, probablemente les esté ocurriendo o les haya ocurrido antes a los demás.
Podemos incluso aprovechar la experiencia del otro para resolver nuestros conflictos actuales, o servir de ejemplo y ayuda `para otros.

Prueba a practicar estos pasos en tus comunicaciones, y verás cómo cambia el modo de relacionarte con los demás.

Si quieres más información, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.

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